Tomó las riendas de la oficina ibérica de VMware en un momento crítico por doble razón: la coyuntura económica no era buena y la compañía estaba virando hacia una completa transformación. No se arrugó María José Talavera —y “equipo mediante”—, ha vadeado el mercado a lo largo de estos 3 años y ha logrado elevar el negocio de la filial un 24 % en 2014, con la guinda de ser proclamado el mejor país de la zona EMEA. Sin embargo, quiere ir más allá. La directora general, que reconoce la madurez de la filial, asegura que no se ha tocado techo. “La organización puede seguir dando más. No hemos llegado a nuestro punto óptimo”. ¿El próximo reto? Repetir el doble dígito en este 2015.
Tres años después de asumir la dirección de VMware en la zona ibérica, ¿qué balance puede hacer?
El balance no puede ser más que positivo porque hemos crecido a doble dígito en los cinco últimos trimestres y el año pasado crecimos un 24 % en España. Es cierto que llegué a la compañía en un momento complicado, a nivel económico, tanto en España como en Portugal que además coincidió con una transformación de VMware. La oferta iba creciendo y la compañía iba siendo más relevante, sobre todo en el entorno de los centros de datos y en la tecnología alrededor del usuario final, lo que implicaba un perfil diferente en la relación con los clientes y con los partners. Hicimos una transformación significativa y hemos conseguido construir un equipo, no sólo con talento sino comprometido.
¿Qué impronta personal ha aportado?
He conseguido establecer un clima de diálogo en la organización; lo que da cohesión al equipo. Cuento con seis direcciones por debajo de mí y es clave que no actúen como departamentos “estancos” sino que los temas se aborden de manera holística. De esta manera se enriquece la visión que tiene uno mismo, gracias a los diferentes perfiles y conocimientos que aportan. El negocio es un asunto de todos.
Me pareció muy acertado el lema que utilizó VMware en su VMware de San Francisco: “No Limits”, como reflejo de cómo la virtualización puede colonizar otros entornos más allá de lo que ha sido su feudo del servidor. Incluso, en los últimos eventos la palabra virtualización apenas se escucha en los discursos. ¿Cómo se define ahora VMware?
Seguimos siendo líderes en virtualización con más del 80 % de cuota de mercado pero es cierto que ya no basamos ni la mayoría de nuestros ingresos ni la estrategia en el concepto “puro y duro” de la virtualización de la capacidad de cómputo. Ese “No Limits” al que aludías no sólo tiene que ver con la tecnología sino también con el negocio. Nuestra visión tecnológica está basada en aproximaciones de negocio ya que éste va a ser tan competitivo como su plataforma tecnológica le permita ser. También alude ese “No Limits” a que las empresas deben estar atentas a los cambios que se producen en la demanda; y es clave contar con centros de datos ágiles y seguros. La seguridad es cada vez más relevante; también para VMware, aunque no aparezcamos como una compañía asociada directamente a este asunto. No en vano nuestro CIO mundial ha sido nombrado CIO de la administración Obama. Precisamente una de las áreas de crecimiento en 2015 es nuestra solución NSX focalizada en virtualizar las comunicaciones en el centro de datos que además permite aislar los ciberataques. Y hay que recordar que España es el tercer país del mundo en número de ciberataques. Ahora, VMware es la compañía que permite a las empresas capturar la oportunida de negocio que representa el mundo digital.
Esta ampliación, desde esa primigenia especialización alrededor del cómputo, donde VMware estaba muy cómoda, hasta nuevos entornos, ¿qué riegos comporta?¿O son todo oportunidades de negocio?
Partimos de una posición muy sólida: nuestra enorme base instalada. El 80 % de las cargas en el mundo están virtualizadas con VMware y se producen muy pocos incidentes con nuestra tecnología. Somos una empresa muy sólida. Efectivamente nos hemos trasladado a otros ámbitos del centro de datos pero desde esta fortaleza. No nos movemos en un terreno ajeno a nuestro conocimiento.
Hay que recordar que el 25 % de los ingresos de VMware se destinan a la innovación. VMware estaba acostumbrado a hablar con un determinado perfil de clientes y ahora abordamos proyectos transformacionales. Y el discurso debe asemejarse al negocio: tendemos un puente entre la tecnología del pasado y la del futuro; lo que no supone que haya que desembazarse del famoso legacy, sino que hay que mantenerlo al menor coste posible.
Con ese ascenso del 24 % cosechado en 2014, ¿tampoco hay límites en el crecimiento?
En la medida en que estás en un proceso continuo de transformación y de evolución, los límites se trasladan un poco más lejos.
Este crecimiento, ¿sigue situando a la filial como uno de los países con mejor ritmo a nivel mundial?
Sí. Hemos recibido recientemente el premio como mejor país de EMEA.
Han sido momentos complicados y aunque parece que ahora se vislumbra una cierta recuperación, ¿de qué manera se ha reivindicado y se reivindica España ante los cuarteles generales?
No fue fácil. Primero porque los resultados en España no eran buenos y segundo por la imagen que se proyectaba fuera de nuestro país. Ha sido clave hacer las “integrales por partes”: conseguir pequeños hitos, relacionados con la relevancia y la credibilidad dentro de los clientes, para que VMware empezara a invertir. Hemos ido poco a poco. No creo en los proyectos faraónicos: de hecho la transformación de la compañía se ha hecho en los 3 últimos años. Tenía claro que las cosas se podían hacer mucho mejor e, incluso ahora, podemos seguir mejorando. Hemos crecido un 24 %, lo que no es óbice para tratar de seguir creciendo a doble dígito a lo largo de 2015. En 2014, además, nuestra plantilla creció un 19 %.
El desarrollo de la famosa nube híbrida es, junto al centro de datos definido por software y la movilidad, uno de los tres puntales de la estrategia. Recientemente anunciaba nuevos servicios y la primera plataforma unificada de virtualización de computación, redes y almacenamiento. ¿En qué se diferencia esta propuesta de otras?
Nuestro concepto de nube híbrida es completamente disruptivo y único. El hecho de nuestra enorme cuota de mercado en el mercado de la computación hace que el cambio tecnológico para un cliente que quiera acercarse a nuestra nube pública sea cero. Somos el único proveedor capaz de interiorizar y externalizar cargas a golpe de ratón. Nuestra nube pública no es más que extender las capacidades, de manera elástica, de los centros de datos de nuestros clientes.
Según un estudio de IDC el modelo predominante en España en 2013 era la nube privada; quizás porque la voz cantante la han llevado las grandes empresas. ¿Cambiará este panorama por el foco de las empresas en este modelo híbrido?
Habrá un equilibrio. Y dependerá del tipo de empresa. Las grandes cuentan con grandes centros de proceso de datos propios con necesidades que, en muchos casos, están predefinidas. Además, y por eso es tan enorme el porcentaje de nube privada, cuentan con grandes plantillas centradas en la tecnología. En el caso de las pymes quizás sean más proclives a externalizar cargas porque la competencia en TI, cuando la empresa es muy pequeña, supone un lujo.
Por el momento se asiste a una etapa “táctica” en la que los proyectos no transforman de manera global a la empresa, sino que se localizan en determinados departamentos. ¿Qué panorama ve en España?
Nuestro país presenta una particularidad muy importante con su Ley de protección de datos, que es probablemente una de las regulaciones más anacrónicas en el mundo; lo que hace que los proyectos globales, de transformación, sean más complicados de acometer. Además nuestro país se define por la industria de la banca que es la mayor inversora en TI al manejar un enorme volumen de información. Sin embargo está fuertemente regulada, lo que dificulta el desarrollo de esos proyectos globales.
La seguridad, por tanto, ¿es la principal barrera al desarrollo de la nube?
El centro de datos de un proveedor de servicios es, por definición, más seguro que el de un cliente. Es su negocio: no puede permitirse agujeros de seguridad. Desde el punto de vista tecnológico, la seguridad no es un problema. Para mí, el principal condicionante viene marcado por la regulación.
Todo ahora es “definido por software”; lo que en el centro de datos alcanza al almacenamiento y a la red. Le he oído asegurar que es fundamental que las compañías se acaben transformando en empresas cuyos centros de datos son definidos por software. Pero, ¿los clientes saben realmente qué significa esto?
Creo que sí lo saben. Y en nuestro caso, además, es fácil de explicar: se define a golpe de ratón. Resulta sencillo desplegar el servicio y, por tanto, las capacidades necesarias para que funcione.
El elemento más estático, complejo y tradicional de este centro de datos es la red. Es lo que más va a costar. Por tanto, el famoso SDN, ¿ya es tangible o sigue siendo una tendencia de manual?
Sí que se están haciendo proyectos en torno a este concepto con clientes muy relevantes; tanto empresas grandes como, por ejemplo, ayuntamientos. Es cierto que las comunicaciones parecen lo más complicado. En nuestro caso aquí encaja NSX, que se presenta como la segunda revolución de VMware después de vSphere. Con esta solución no sólo se elimina el cuello de botella que pueden suponer las comunicaciones para desplegar un servicio sino también garantiza el nivel de seguridad.
La movilidad es la gran cruzada de VMware. Con su poderío en el servidor, descender al puesto de trabajo, que además ahora está en cualquier parte, es tarea complicada. ¿De qué manera se va a competir en este entorno?
Hay que competir cambiando el paradigma: no hace falta virtualizar en el puesto de trabajo sino gestionarlo como si estuviera virtualizado. Hay una decisión clara de la compañía en invertir en este entorno y volvemos a contar con la fortaleza de nuestro conocimiento en virtualización. Contamos con nuestra línea Horizon, con la que empezamos a asumir una realidad: el puesto de trabajo ya no está asociado a una mesa ni a un dispositivo. VMware no gestiona dispositivos, sino usuarios. Este es el gran cambio.
Hablaba hace más de un año con Margarita Sanz, la directora del canal, del proceso que están siguiendo los socios en línea con VMware, ampliando catálogo y estrategia. Los grandes, Telefónica o Indra, ya están en esta línea pero, ¿cómo se observa al resto de socios?
Lo primero que hay que recordar es que somos una compañía de canal, hemos nacido como tal y vamos a seguir siéndolo. Por otro lado, esto que planteas es una de mis grandes batallas este año: el foco especial en el canal. El canal que nos ha acompañado venía muy marcado por la oferta que tenía VMware; en el momento el que hemos empezado a desarrollar un portafolio más amplio comenzamos a abordar proyectos transformacionales en los clientes, lo que implica que el canal también tiene que ajustarse a esos cambios. Y somos conscientes de que no todos los socios van a poder adquirir las capacidades para acompañarnos en ese viaje; por tanto hay que identificar nuevas compañías. Desde el pasado año hemos llevado a cabo una diferenciación, con dos sabores: volume y value. El primero se identifica con un socio que desarrolla un gran número de operaciones pequeñas que no alcanzan ese carácter transformacional; mientras que el segundo nos ayuda a desarrollar grandes proyectos. Y en este segundo campo estamos identificando los socios adecuados tanto en España como en Portugal. El atractivo de VMware es muy grande para este tipo de socios que se identifican con los grandes integradores o las grandes consultoras. Ellos saben que nuestra tecnología está siendo muy demandada.
De cara a 2015, ¿se puede seguir creciendo a doble dígito?
Hay que ser optimista. Hemos alcanzado una gran madurez como organización pero no hemos tocado techo: podemos hacer más cosas. Evidentemente el mercado tiene que acompañar, y ojalá así sea, pero al margen de ello, la organización puede seguir dando más. No hemos llegado a nuestro punto óptimo.