Asegura Ignacio Jiménez, responsable del negocio del gaming en Intel, que esta actividad se está democratizando. “Está creciendo muy rápido y lo lleva haciendo unos cuantos años”. En los últimos meses, con la limitación de la movilidad, se ha acelerado este crecimiento. “Es una forma de entretenimiento que se democratiza, se amplía y se consolida como la gran industria del ocio”.
Intel llevó a cabo un estudio, este verano, relacionado con los hábitos del consumidor en el ámbito del PC, para analizar qué había pasado en los seis primeros meses de la pandemia. Según rezaban los resultados, el crecimiento que se había producido en el ámbito del PC no era temporal. En el 24 % de los hogares se reconocía que se había empezado a jugar por primera vez en este complicado periodo. “Todo hacía pensar que en estos domicilios vivían chavales que habían decidido jugar y, sin embargo, no fue así; se trataba de familias sin hijos”, desvela Jiménez. “A esta actividad se han incorporado muchas personas y no necesariamente son jóvenes”. De hecho, la edad media del jugador en el ámbito de PC ha aumentado.
La encuesta también refleja que se ha aumentado el número de horas que se dedican a jugar, incrementándose en más de seis puntos el porcentaje de personas (mayores de 16 años) que juega más de diez horas en el PC. Además, ha aumentado enormemente el porcentaje de mujeres (que ya suman el 41 % de los jugadores), mayores de 16 años y en el ámbito del PC; lo que supone el mayor crecimiento de los últimos cinco años. “No hay límite a esta participación femenina”, valora. “Lo normal es que nos adecuemos a la realidad social en la que más de la mitad de la población son mujeres”.
Innovación continua
La pasada primavera Intel lanzó, dentro de su 10ª generación de Intel Core, sus nuevos miembros de la serie H, centrada en los portátiles de más alto rendimiento, con los jugones como “campo” prioritario. Jiménez recuerda que, con el Intel Core i9-10980HK, que se constituía en la joya de la corona de esta familia, se alcanzaban los 5,3 GHz. Una capacidad que iguala a los equipos portátiles con las opciones de sobremesa, lo que asegura a los jugones (y a los creadores de contenido) la misma experiencia de usuario, con independencia de la plataforma por la que opten.
Todos los procesadores que formaban parte de esta serie H (6 opciones repartidas entre los Intel Core i9, Intel Core i7 e Intel Core i5), integraban tecnología Turbo Boost Max Technology 3.0 y wifi 6, lo que permite hasta un 40 % más de velocidad y que las descargas se realicen 3 veces más de rápido. Además, contaban con memoria Intel Optane. “Todas estas prestaciones están muy centradas en mejorar la experiencia del usuario y están vinculadas con el software”, valora.
Poco después, el proveedor ampliaba la oferta de procesadores para equipos de sobremesa para gaming con la gama Intel Core serie S de 10ª generación, entre los que se encuentran el procesador Intel Core i9-10900K que ha sido considerado como uno de los más rápidos del mundo. Esta serie alcanzaba velocidades de hasta 5,3 GHz gracias a Intel Thermal Velocity Boost y ofrecía un alto rendimiento a los jugadores al ofrecer un mayor control de sintonización, una multitarea más rápida y partidas más fluidas. “Se trata del procesador más potente del mundo para jugar”, valora.
Jiménez explica que no existe una dicotomía entre el portátil y el PC de sobremesa en este entorno. “Hay diferencias, eso sí, en lo que se refiere a la experiencia de usuario y a los modelos de uso”. El gaming es un entorno multiplataforma que abarca al PC de sobremesa, al portátil, al teléfono móvil y a la tableta. “Y poco a poco, se están incorporando, incluso los smartwatches y seguro que llegarán nuevos dispositivos inteligentes”.