Todo el que haya visto la película Minority Report recordará la escena en que el protagonista sufre un transplante de ojos para cambiar su identidad en una sociedad en la que los ciudadanos están controlados por sensores biométricos. En esta película, los ojos, la voz, o las huellas digitales, son datos imprescindibles para identificar a una persona, permitirle o denegarle el acceso a determinadas áreas, e incluso para personalizar la publicidad que ve al desplazarse por la calle.
Nuestra realidad no llega a ese extremo, pero quizá a muchos les preocupa que podamos llegar a algo similar en pocos años, de hecho, hoy en día parece haber un Boom de este tipo de seguridad basada en los sensores biométricos, mucho más sencilla y cómoda que tener que recordar e introducir tediosos códigos para acceder a nuestra información.
Pero no todo es comodidad, y rapidez, debemos pensar en la seguridad, y llegados a este punto, no solo en la seguridad de nuestros datos sino también en nuestra propia seguridad personal.
El director técnico de PandaLabs, Luis Corrons, aseguraba que si alguien lograba descifrar su contraseña y acceder al servidor donde guarda sus datos, con cambiar la contraseña el problema estaba resuelto. Por el contrario, si en vez de una contraseña se tratase de un dato biométrico, es prácticamente imposible su modificación. De hecho, unos «hackers» ya han logrado reproducir la huella dactilar de un usuario para desbloquear el Touch ID que incorpora el iPhone 5S, y la pregunta que se plantea ante esto es cómo cambiar nuestra huella digital para que no vuelva a suceder. Una vez más nos remitimos al cine para ejemplificar este hecho y el pensamiento de Corrons: si en Minority Report el protagonista, John Anderton (Tom Cruise), no se hubiese sometido a un transplante de ojos, no hubiese podido ocultar su identidad de ninguna manera. ¿Tenemos que hacernos transplantes nuevos de huellas digitales?
Esto, inevitablemente nos lleva a ponernos en lo peor, quizá también influenciados por el cine y las películas de Ciencia Ficción. ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar un «hacker» o un ladrón por acceder a nuestros datos o a nuestras cuentas? ¿Estos sistemas de seguridad personales e intransferibles podrían llevar a los más ambiciosos delincuentes a apropiarse de alguna parte de nuestro cuerpo?
Actualmente el camino es largo hasta llegar a un mundo similar al de John Anderton, pero las dudas comienzan a plantearse y algunos, como Luis Corrons parecen llegar a una solución de seguridad intermedia entre los sensores biométricos y las tradicionales contraseñas. Aunar ambos métodos de autenticación, sería una solución bastante razonable, aunque Corrons es consciente de que la biométrica es un sistema cómodo, y que esa comodidad se antepone a la seguridad.