“El Internet de las cosas es una auténtica revolución industrial”. José Manuel Petisco, director general de Cisco España, aludía a este fenómeno como el motor de su Cisco Connect, el evento anual más destacado de la marca en España que este año ha repetido sede en Madrid: el Kinépolis.
Una revolución, la “tercera” en la historia de la humanidad, tras la industrial y la digital, a la que ha barnizado de un conjunto de cifras de conexiones y de previsiones que provocan un cierto mareo: el 39 % de la población mundial está conectada y 13 billones de dispositivos han roto el aislamiento. Sólo el pasado año se generó más información y datos que en los últimos 5.000 años y se prevé que en los próximos ejercicios en el mundo encontremos 50 billones de cosas conectadas.
Petisco desgranó las bondades de este mundo de cosas conectadas en el que es posible, por ejemplo, una mejora de la eficiencia, una mucho mejor experiencia de los usuarios o un notable incremento de la innovación. Incluso en el ajuste de costes ya que Cisco calcula en 600 billones de dólares lo que pueden ahorrarse las empresas que se muevan en este entorno conectado.
Unas bondades tecnológicas que en el caso de los proveedores tecnológicos alcanzan el súmmun en forma de dinero: se calcula que esta “nueva” revolución supondrá una oportunidad de negocio de 19 trillones de dólares o lo que es lo mismo 14,5 billones de euros. Petisco arrimó este atractivo negocio a las soluciones core de Cisco. “Internet de las cosas se basa en una plataforma de red inteligente y un cloud flexible que sirve para desplegar las aplicaciones que el usuario demanda”.
La “vuelta” al Renacimiento
Además de la referencia a una “nueva” revolución industrial, que supera la que se produjo en el XIX, el Internet de las cosas también tiene un cierto toque renacentista ya que devuelve al hombre —en este caso al usuario— al centro de todo. “Es el usuario el mayor beneficiado con esta corriente del Internet de las cosas”, ratificó Ileana Rivera, CIO de Cisco Latinoamérica. “Sin duda, viviremos más”. Recordó las tres tendencias que hay que activar: la explosión de los dispositivos, que ha alcanzado los 10 billones conectados; la explosión de las aplicaciones, de las que se han descargado 77 billones; y el impacto de las redes sociales.
Jorge Lang, director de innovación y soluciones de Intel Corporation para la región sur de Europa, insistió en que el sentido de esta obsesión por la conectividad es el individuo. “Es el foco que nos permite anticipar al grupo y realizar una mayor personalización”, especificó. “Y la tecnología que se lleva —wearable— es el conector que le permitirá formar parte de este mundo conectado”. Lang insistió en las bondades de este mundo inteligente. “Será un universo más sostenible y eficiente. Y más predecible, lo que nos permitirá adelantarnos a los hechos y a sus hábitos de compra”. Lógicamente, el análisis inteligente y en tiempo real de toda esta información conectada es clave para la toma de decisiones de las empresas. “De ahí procederá su diferenciación competitiva”.