La confianza digital empieza por el dato. En un entorno multicloud y con cadenas de suministro interconectadas, proteger la información ya no es una tarea del área técnica, sino una responsabilidad corporativa que afecta a la reputación, al negocio y al cumplimiento.
El impulso de GDPR y la llegada de NIS2 han elevado el listón de la ciberseguridad, pero el mercado español sigue mostrando contrastes y la foto es desigual. Mientras las grandes organizaciones, especialmente las compañías del IBEX35 y el sector financiero, avanzan y consolidan programas maduros, entre las pymes (el 99 % del tejido empresarial) el grado de concienciación es dispar. Muchas continúan luchando por convertir la ciberseguridad en inversión estratégica y no en un coste. Sin embargo, la oportunidad está en traducir la regulación en procesos sostenibles y controles eficaces que ayuden a blindar los datos.
En el ámbito del gobierno y protección del dato, Exclusive Networks se proyecta como un actor de confianza a escala global, cuyo papel no es protagonizar la tecnología, sino habilitar ecosistemas y prácticas que aceleren la transformación digital con la protección del dato en el centro. Su posicionamiento se apoya en una visión integral del ciclo de vida de la información y en la posibilidad de conectar capacidades y talento para que las organizaciones gobiernen sus datos con criterios de riesgo y evidencias de cumplimiento, gracias a un amplio y disruptivo portfolio de soluciones especializadas que cubren el ciclo de vida completo del dato.
Tres estados del dato y riesgos
Para acertar, conviene atender y entender los tres estados del dato: en tránsito, en reposo y en uso. Cuando viaja por redes —en tránsito—, los riesgos a los que se expone el dato van desde escuchas y ataques “man-in-the-middle” (MitM) hasta abusos de API mal diseñadas. En reposo, lo almacenado en bases de datos, ficheros, copias de seguridad o dispositivos corre el riesgo de sufrir ransomware, exfiltración silenciosa y el acceso indebido a dispositivos sin cifrar siguen generando incidentes críticos. Y el gran olvidado, el dato en uso, se expone en memoria y procesos durante su ejecución, un ángulo explotado por malware y por el abuso de privilegios. Un programa de gobierno del dato serio cubre los tres, sin excepciones.
Pero ¿qué es lo que más se ataca hoy en día? Según MITRE ATT&CK, gran parte de los incidentes con datos en movimiento se producen a través del correo y, sobre todo, de las API, donde problemas como las inyecciones, la autenticación débil o ciertos fallos de diseño abren la puerta a ataques fáciles de aprovechar con técnicas de ingeniería social.
Cuando los datos están en reposo, el ransomware y la exfiltración silenciosa siguen siendo las amenazas principales, pero también la pérdida de dispositivos sin cifrar o el uso indebido de cuentas con demasiados privilegios pueden causar incidentes graves. Y no hay que olvidar que, aunque los ataques a datos en tránsito son más habituales, los que afectan a datos almacenados suelen ser mucho más dañinos por el volumen comprometido y el golpe reputacional que provocan.
Tecnologías que sí funcionan
La buena noticia es que hoy existen soluciones probadas y efectivas para reducir el riesgo de forma significativa. El cifrado, por ejemplo, ya no se discute: para los datos en tránsito, TLS 1.3 se ha consolidado como estándar de facto; para el acceso remoto, conviene sustituir la VPN tradicional por acceso Zero Trust (ZTNA) y aplicar segmentación por aplicación para limitar la exposición. En el terreno de las aplicaciones y API, la evolución de WAF a WAAP añade protección específica de API, gestión de bots y mitigación de DDoS, también en entornos de contenedores o Kubernetes.
Si se trata de datos en reposo, las buenas prácticas pasan por cifrado total de disco en endpoints, cifrado en bases de datos y cifrado nativo en el almacenamiento cloud. Todo ello debe apoyarse en gestión centralizada de claves (KMS/HSM) con políticas de creación y rotación, y con la posibilidad de que las empresas utilicen sus propias claves en la nube, algo cada vez más habitual para mantener el control criptográfico.
No obstante, es una defensa en profundidad la que une las piezas, que funcionan mejor integradas. Para frenar el abuso de credenciales, se recomienda la utilización de un sistema MFA robusto resistente al phishing, por ejemplo, llaves de seguridad. Para prevenir fugas, las soluciones DLP ayudan a vigilar y bloquear salidas no autorizadas en correo, web y entornos colaborativos. Descubrimiento y clasificación de datos permiten priorizar qué proteger primero. Por su parte, la microsegmentación limita el movimiento lateral y puede implementarse con o sin agentes, según el entorno. De este modo, se evitan errores comunes como “cifrar y olvidar”, confiarse por haber pasado una auditoría o ignorar el impacto en el rendimiento sin pruebas previas.
Gobierno del dato que cumple
Pero cumplir no consiste en marcar casillas, sino saber en qué datos existen, dónde residen, quién los usa y con qué finalidad. Un inventario vivo de activos y la clasificación por criticidad permiten alinear controles y presupuesto. La privacidad desde el diseño, las evaluaciones de impacto cuando proceda, los registros de actividades y una retención ajustada al negocio ayudan a demostrar una responsabilidad proactiva frente a GDPR, ENS, ISO 27001 y NIS2. Es importante evitar, por tanto, la falsa sensación de seguridad por haber pasado una auditoría, ya que el cumplimiento debe reflejar controles eficaces y operativos en el día a día.
Multicloud sin sorpresa
En escenarios híbridos la coherencia operativa debe ser prioritaria. Esto implica políticas uniformes de cifrado y rotación de claves, gestión centralizada de secretos para evitar silos entre nubes y centros de datos, y visibilidad del ciclo de vida del dato desde el descubrimiento hasta la destrucción. Las comunicaciones entre nubes deben ir cifradas de extremo a extremo, ya sea mediante IPsec o enlaces dedicados endurecidos. Por último, la orquestación de políticas acelera los despliegues y reduce los errores operativos, dos causas frecuentes de brechas.
IA y operaciones más ágiles
La IA es una palanca operativa que aporta detección temprana de comportamientos anómalos y permite actuar con más rapidez. Bien integrada en las defensas, reduce ruido, acelera la respuesta y libera al equipo para lo verdaderamente importante.
En la práctica, esto se traduce en la identificación de comportamientos atípicos tales como un pico inusual de descargas, un patrón extraño en llamadas a una API o un acceso fuera de horario, lo que puede activar respuestas automatizadas que cortan la exfiltración y abren un expediente forense. Integrada en WAAP y DLP, ayuda a reducir falsos positivos y a enfocar los recursos donde aportan más valor.
Como se puede apreciar, el buen gobierno del dato es un equilibrio entre regulación, riesgo y realidad operativa. La fórmula funciona cuando une clasificación y priorización, cifrado con gestión de claves, autenticación robusta, DLP y segmentación inteligente, todo ello medido con métricas y auditorías útiles.
No se trata de protegerlo todo de la misma manera, sino de proteger mejor lo que más importa y demostrarlo con evidencias. Las organizaciones que adopten este enfoque ganarán en cumplimiento, resiliencia y, sobre todo, en confianza de clientes y reguladores.





































































