Más de 5.000 años contemplan la ciudad de Belén. Un lugar que sigue conservando, intacta, la magia que la convierte año tras año, desde hace más de dos milenios, en el norte que señala el destino de muchos caminos. Cada 24 de diciembre volvemos a festejar el regreso al hogar. A lo que somos cada uno. Con independencia de los credos, las aficiones, los amores o los odios, Belén señala la senda a casa. Y a semejanza de la “polar”, que es la única estrella que no se mueve a lo largo de la noche, la ciudad palestina permanece cada Nochebuena en la misma posición. Un Bethlehem único en el que la latitud y la longitud la marca el corazón. No tiene pérdida.
Felices Pascuas. Feliz Navidad.