Los que nos dedicamos, desde hace más de tres décadas, a tratar de informar sobre las aventuras y desventuras del canal; y a relatar sus amores y divorcios con los fabricantes, hemos sido testigos de numerosas etapas en su trayectoria en el mercado tecnológico y en la evolución de su personalidad. Nacido al amparo de una actividad “meramente” logística y financiera, ha ido transformándose para ocupar en la actualidad un espacio mucho más vinculado con elementos de formación, capacidades de preventa y posventa, consultoría y soporte tecnológico.
Una mutación, más definida en unos distribuidores que en otros (también hay que observar el mercado al que se dirigen), y que debería haber calado mucho más en el mercado tecnológico. Calar, empapar; en definitiva, publicitar mucho más su importancia estratégica. Sin embargo, muchas veces no es así: algunos siguen observando al ecosistema de partners con idéntica mirada que hace dos décadas. Y no es correcto. Ni justo. Su peso ha ido creciendo (ya era importante hace 30 años) y, sobre todo, ha ido adaptándose, con profesionalidad y eficacia, al ritmo endiablado que tiene el mercado tecnológico, sirviendo de puente entre los fabricantes y la empresa privada y los organismos públicos. Una percepción que también ha empapado al espectro editorial, afectando también a los medios que nos dedicábamos a contar lo que pasaba en el canal de distribución que, en numerosas ocasiones, también hemos percibido algún desdén.
El peso del canal ha ido creciendo y, sobre todo, ha ido adaptándose, con profesionalidad y eficacia, al ritmo endiablado que tiene el mercado tecnológico
El camino que ha recorrido el llamado “canal de distribución”, conformado por multitud de compañías que se ocupan de surtir a todo tipo de segmentos de mercado, no ha sido sencillo. Han soportado todo tipo de olas tecnológicas y los vaivenes estratégicos de los fabricantes. Con sus virtudes y defectos, en la actualidad, son una pieza clave en la configuración del mercado tecnológico que ya mueve alrededor de 61.000 millones de euros, lo que representa en torno al 4 % del PIB español.
Un ecosistema en el que los mayoristas desempeñan un papel esencial. También ellos siguen recorriendo una senda en la que, año a año, han ampliado sus servicios vinculados con la formación, el soporte o la especialización en todos y cada uno de los mercados tecnológicos. Su labor de agregación, nunca sencilla, es cada vez más complicada. Sin embargo, no dejan de insistir en elevar, año a año, esas capacidades.
Y, nada mejor que demostrar valor que creciendo y dar buenos números. Según la consultora Context, entre enero y el 26 de octubre, el crecimiento del negocio del mayoreo en España creció un 14 %, facturando más de 6.000 millones de euros, con el segmento de los distribuidores que se dirigen a la pyme creciendo un 10 % en el tercer trimestre o lo que se encargan del negocio corporativo con un ascenso del 13 % en este mismo trimestre. Todo parece que el año acabará en positivo: la consultora vaticina un crecimiento global del 9 %.
El poder del canal de distribución, por tanto, es innegable. Ojalá el mercado tecnológica le dé, por fin, la visibilidad que se merece.




































































