El incremento de las ciberamenazas, el déficit de talento y la fragmentación de los entornos de ciberseguridad son los principales catalizadores del incremento del consumo de la seguridad como servicio en España.
Este año está resultando especialmente interesante desde el punto de vista de la ciberseguridad. Por una parte, motivado por el incremento del número y sofisticación de las amenazas de seguridad y la falta de habilidades de seguridad que obligan a las organizaciones a repensar su estrategia de ciberseguridad, y por otra, la reciente guerra de Rusia y Ucrania, que está multiplicando los ciberataques (especialmente a entidades financieras e infraestructuras críticas), con crecimientos de hasta un 56 % en el número de ciberataques en los últimos dos meses.
Este crecimiento del número y variedad de ciberataques (cada día se producen más de 200.000 ataques de ransomware) hace que se requiera una mayor diversidad de defensas. Por ello, las organizaciones buscan mejorar la seguridad de su infraestructura de red y recibir servicios avanzados de asesoramiento para proteger adecuadamente sus organizaciones. Por otra parte, la escasez de habilidades de seguridad y la dificultad y los gastos de reclutamiento y retención de profesionales de seguridad cualificados de un grupo de mano de obra finito (así como la importancia de evitar el agotamiento de los analistas de seguridad), están llevando a las organizaciones españolas a adoptar nuevos enfoques de seguridad que mejoren la seguridad de su infraestructura de red, así como servicios avanzados de asesoramiento que ayuden a proteger adecuadamente sus organizaciones.
IDC prevé que el mercado de seguridad en España alcanzará los 1.749,3 millones de euros este año
El mercado de la seguridad en España refleja esta transformación de las organizaciones, donde se produce un desplazamiento de la seguridad perimetral hacia la seguridad del dato. En concreto, las prioridades para este año en la empresa española (en materia de ciberseguridad) están estructuradas alrededor de la confianza digital (aspecto clave de las empresas que debe medirse, y parte de ello está relacionado con la seguridad y privacidad de los datos), la resiliencia empresarial (entendida como “empresa mínima viable” o lo que es lo mismo: la infraestructura, el acceso y los datos necesarios para que los procesos críticos de la empresa sigan funcionando en cualquier situación), así como la soberanía de los datos, especialmente importante en Europa con las regulaciones locales y de la UE.
Estas tres prioridades afectan de manera directa a la cartera de seguridad de los proveedores y sus enfoques tienen un impacto material en la evolución comercial y estructural de las plataformas, los productos y los servicios; por ejemplo, la seguridad como servicio.
De esta manera, en un entorno híbrido multicloud que es donde confluirá el tráfico de datos, el consumo de los servicios de seguridad se dará a través de servicios gestionados de seguridad y de integración. De manera concreta, con un crecimiento respecto del año pasado del 7,7 %, IDC prevé que el mercado de seguridad en España alcanzará los 1.749,3 millones de euros en 2022 y para el año 2025 podría superar la barrera de los 2.200 millones de euros, manteniendo ritmos de crecimiento similares que se acercan al doble dígito. Los segmentos de mayor crecimiento son los relativos a servicios gestionados de seguridad (11,8 %), servicios de integración (11,8 %) y servicios de red (10,6 %).
El auge del consumo de la seguridad como servicio se dará de manera decidida en las organizaciones como alternativa para abordar la fragmentación de los entornos de seguridad actuales, así como para paliar el aumento de la complejidad de las infraestructuras y el ritmo al que surgen las nuevas tecnologías y amenazas.
José Antonio Cano
Director de análisis de IDC