La rápida evolución de la inteligencia artificial ha impulsado el surgimiento de grandes avances tecnológicos, hecho influyente en el ámbito de la ciberseguridad en cuanto a la protección de los derechos de los usuarios se refiere y los usos de la IA en ese campo. Esta sinergia tecnológica presenta diversas ventajas y riesgos que han de ser analizados desde una perspectiva ética y normativa de tal manera que permita una implementación tecnológica responsable, fiable y segura que se alinee con los principios de responsabilidad, transparencia y legalidad observables en el desarrollo y aplicaciones de la IA.
La importancia de la mejora continua en los estándares de ciberseguridad y los marcos regulatorios fomenta la existencia de entornos seguros en los que la innovación e implementación de la IA proporcione ventajas y limite los riesgos en su uso, incorporando el aspecto ético en todas sus implicaciones.
La concienciación de las personas físicas y jurídicas del uso responsable tecnológico, así como de la formación y la participación activa en materia de protección digital es fundamental para mitigar riesgos y propiciar la seguridad digital.
La contraseña más utilizada por los usuarios en 2024 –un total de 3.018.050 veces– fue “123456” y puede ser descifrada en menos de un segundo según datos publicados el pasado mes de mayo en el portal estadístico Statista.
En segundo y tercer lugar, las contraseñas más utilizadas fueron “123456789”, un total de 1.625.135 veces, y “12345678”, alrededor de 884.740 veces durante el mismo periodo, pudiendo ser descodificadas todas ellas en menos de un segundo.
La correcta gestión de contraseñas seguras en los sitios web denota gran importancia si se tiene en cuenta el crecimiento previsto del consumo de datos a escala global para este año de hasta los 181 zettabytes de creación, copia y consumo de datos a nivel mundial y la conexión de entre 27.000 y 29.000 dispositivos a Internet (Ramírez, P. 2023), pudiendo llegar a alcanzar los 32.000 para el año 2030.
La IA puede generar desafíos y oportunidades para la ciberseguridad donde es imprescindible que las empresas desarrollen estrategias sólidas de protección, supervisión, cumplimento normativo y ética
Nos encontramos en un mundo hiperconectado y en plena transformación digital con la aparición e implementación en diversos sectores de nuevas tecnologías –agentes de inteligencia artificial, IA generativa, blockchain y web 3, computación espacial, criptografía poscuántica, robótica avanzada, nanotecnología, realidad mixta avanzada y realidad aumentada, tecnologías de sostenibilidad digital y brain-computer interfaces–, donde en el ámbito de la IA el número de usuarios se incrementó en 2024 hasta los 300 millones, según información publicada en el portal Statista.
En lo referente al ámbito empresarial, las corporaciones que implementaron la IA para prevenir la aparición de vulnerabilidades de datos por medio de la automatización de la seguridad han alcanzado un ahorro de costes de hasta 2,22 millones de dólares, incrementando su uso anual a nivel general a un 55 % del que el 24 % de los proyectos que integran inteligencia artificial generativa están protegidos en lo que a seguridad se refiere (IBM).
Recientemente la Universidad de Standord publicó la octava edición del informe del índice de IA en el que, en una encuesta realizada por McKinsey expone que la inexactitud, el cumplimiento normativo y la ciberseguridad son las áreas que más preocupan a los directivos.
En un mundo cada vez más digitalizado, la IA puede generar desafíos y oportunidades para la ciberseguridad donde es imprescindible que las empresas desarrollen estrategias sólidas de protección, supervisión, cumplimento normativo y ética como pilares de la innovación, permitiendo la creación de un ecosistema digital más confiable, seguro y resiliente, siendo imprescindible incentivar una cultura que propicie la prevención desde el conocimiento y la formación.