Es un mercado maduro. Y ha tenido que enfrentarse, como tantos otros, a una profunda transformación en los últimos tiempos; un proceso que se ha agudizado desde principios de 2020. Un panorama complicado, al que se han unido los problemas de disponibilidad que han provocado un descenso en el mercado español, según contabiliza la consultora Context, tanto en el valor como en el número de unidades despachadas en el primer tramo de este ejercicio.
Sin embargo, fiel a su personalidad resiliente y al valor, necesario, que supone para consumidores domésticos y empresas, la impresión se mantiene muy viva. Arrancado el último tramo del año, ya parece que los almacenes de los mayoristas están siendo ocupados por un mayor número de dispositivos con tecnología de inyección de tinta, lo que pinta de un mayor optimismo las previsiones de negocio de cara a cubrir la demanda de las importantes campañas de consumo. En el lado de la empresa, a pesar de que tiene que lidiar con mayores problemas de stock, también se observa un mayor dinamismo. Se vuelve a demostrar, una vez más, el carácter absolutamente camaleónico del mercado impreso.