Frente a un 60 % de empresas que considera que la inteligencia artificial puede aumentar su productividad, un 18 % quiere prohibirla por problemas éticos y de privacidad. Así lo destacan desde el equipo de Geonode quienes reconocen los importantes riesgos que plantean la gran cantidad de datos que manejan las tecnologías centradas en la inteligencia artificial. En su opinión, a las empresas les preocupa que la IA se utilice para la vigilancia masiva, la toma de decisiones sesgada hacia determinados sectores de la sociedad y la destrucción a gran escala de la privacidad, lo que puede dar lugar a una enorme pérdida de confianza de los consumidores.
El desplazamiento de puestos de trabajo es otro factor importante que está llevando a la prohibición de la IA. Las empresas, preocupadas por la excesiva automatización y la posibilidad de evitarla, buscan una línea fina entre el avance tecnológico y la protección del mayor número posible de puestos de trabajo. Desde Geonode advierten que es necesario volver a capacitar a la fuerza laboral para cerrar la brecha de habilidades cada vez mayor debido a la IA, aunque no todas las empresas están en condiciones de hacerlo.
Y, aunque la IA es muy prometedora, también reconocen que sigue siendo un ámbito complejo que requiere conocimientos específicos para su implementación, mientras la falta de comprensión genera miedo y escepticismo.
El coste es otra de las barreras ya que, aunque a corto y medio plazo la utilidad de la IA se use para mejorar la eficiencia y el ahorro de costes, el coste inicial de integrar sistemas de IA puede ser muy alto para muchas empresas. Y la escasez de personal especializado plantea un problema a la hora de implementar este tipo de proyectos en las empresas.
En un futuro proponen a las organizaciones mantener diálogos abiertos, crear colaboraciones e invertir en alfabetización en IA y marcos éticos con el fin de aprovechar su verdadero potencial de manera inclusiva, transparente y beneficiosa para todas las partes interesadas involucradas.