Desde que en 2006 se empezara a popularizar el término cloud computing, muchas cosas han cambiado. No solo porque, tal y como señalan las previsiones de Forrester, más de la mitad de las empresas adoptará aplicaciones, plataformas y servicios habilitados por la nube con el objetivo de impulsar su revolución digital a finales de este mismo 2018, sino porque la verdadera revolución de los datos ha venido de la mano del cloud.
Todas las empresas deberán estar basadas en datos, se afirma. Pero las herramientas asociadas al big data no serían posibles sin tener la infraestructura cloud detrás, que es la que permite este almacenamiento casi sin límite, esta escalabilidad necesaria para su tratamiento y el que todos sus beneficios sean accesibles en cualquier momento, desde cualquier dispositivo o lugar.
De hecho, las aplicaciones están ya diseñadas para ingerir, transformar y analizar grandes cantidades de datos, incorporando diferentes características para crear nuevas perspectivas o resolver problemas aparentemente intratables. Y esto es algo que sucede en todas las empresas de todas las industrias: el cloud es la base sobre la que se asienta no solo el futuro, sino el presente de los negocios. La infraestructura cloud es la que da soporte, tanto tecnológico como de seguridad, para que las empresas puedan innovar y maximizar el uso de tecnologías como el big data, la inteligencia artificial o el machine learning.
Pero el cloud computing no debe ser solo algo rápido, fácil de usar y seguro, sino que también debe ser asequible y flexible, económicamente hablando. Se trata de poder pagar por el uso que hacemos y, siendo capaces de adaptar ese consumo a cada una de nuestras necesidades, sean éstas crecientes en un momento determinado o decrecientes tras ese pico de intensidad. Es decir, que la informática pasa a ser una utility más, como ya son la electricidad o el agua, pero con un beneficio importante añadido: cada vez podemos acceder a una mayor cantidad de potencia informática, contando siempre con los sistemas más avanzados.
La facturación debe calcularse, además, sobre una base mensual e incluso horaria. De esta forma, los clientes no solo pagan por lo que usan, sin costes ocultos y, sobre todo, sin cargos por tráfico de salida, sino que conceptos como el coste de propiedad y mantenimiento, así como el riesgo de quedar obsoletos en nuestro legacy, son algo del pasado con el cloud computing “as a service”.
Gracias a esta nueva manera de hacer las cosas, empresas y profesionales pueden poner en marcha diferentes proyectos (páginas web, plataformas de e-commerce o aplicaciones) en un entorno seguro y potente, pudiendo hacer todas las pruebas necesarias antes de entrar en producción. Cada vez más empresas necesitan, además, migrar en caliente todas sus infraestructuras sin padecer tiempos de inactividad. Solo el año pasado, OVH ha migrado las cargas de trabajo de sus clientes de vCloud Air de todo el mundo gracias al lanzamiento de la tecnología HCX, lo que ha supuesto mover unos 500 entornos y casi 9.000 máquinas virtuales, con un volumen total de datos de 3 petabytes.
Las empresas tienen en su poder la capacidad, además, de decidir qué tipo de cloud quieren: público, privado o híbrido. Sea cual sea esta elección, los proveedores cloud tenemos la obligación de respetar y facilitar al cliente su opción en cloud computing, sin atarle a sistemas propietarios cerrados, ni más candados que los necesarios para garantizar la seguridad. La interoperabilidad y la seguridad de los datos son dos parámetros claves en este aspecto.
Por eso, resulta vital apoyar a las empresas en el desarrollo de una estrategia multicloud, combinando infraestructuras cloud y on-premises. Esto es posible gracias a soluciones como OVHcloud Connect, que permite conectarse de forma totalmente aislada y segura a la red de OVH a través de numerosos PoP en todo el mundo, ofreciendo la máxima fiabilidad y flexibilidad.
Además, OVH tiene un firme compromiso con la protección de los datos de sus clientes y busca mejoras para garantizar la mayor seguridad. Una muestra de ello es la mejora de la gama OVH Private Cloud con encriptación VM (basada en bibliotecas y algoritmos OpenSSL) para proteger máquinas virtuales con facilidad, directamente desde el cliente vSphere.
En este camino para que las empresas tengan todo este potencial a su alcance, para que puedan apostar por un cloud seguro y confiable, no estamos solos. Vamos de la mano de algunas compañías con las que tenemos unas alianzas estratégicas que añaden valor a las dos partes. Ésa es, al menos, la apuesta de OVH, que ha sido reconocida al recibir, de nuevo, el galardón EMEA Cloud Provider of the year Award al proveedor de cloud del año por parte de VMware.
En un sector tan extremadamente competitivo como el tecnológico en general, y el de los proveedores cloud en particular, OVH sigue fiel a su hoja de ruta marcada por el principal motor del desarrollo del mañana: la innovación y la libertad. De esta forma, la opción alternativa a la corriente del mercado se perfila como la apuesta correcta y ganadora.
Antonio Pizarro, head of sales cloud EMEA de OVH