La tecnología tiene una doble cara de la que muchas veces no somos conscientes: una externa, que nos deslumbra con avances sorprendentes capaces de cambiar nuestra vida y relación con el mundo que nos rodea, y una interna, donde sucede la magia.
En realidad, tan importante es una como la otra, porque son indivisibles: no puede existir avance tecnológico tangible sin una base que, entre bambalinas, lo sustente. Esa base son los centros de datos, antaño aburridos silos de servidores y cables y, hoy, objeto de deseo de una industria digital con un apetito voraz por estas infraestructuras críticas. La necesidad es acuciante, máxime en la era de la inteligencia artificial, que apenas estamos comenzando a dibujar. Y es en estas primeras etapas donde se hace necesaria una estrategia de país que permita garantizar la soberanía del dato para no depender de terceros en el futuro.
En este esquema, España es uno de los países mejor posicionados para albergar centros de datos, en contra de las tendencias del pasado, cuando se buscaban ubicaciones estratégicamente frías para garantizar las condiciones climáticas internas de estas exigentes instalaciones. Nuestro país vive un bum de proyectos por una conjunción de factores, entre los que destaca precisamente la energía: España es potencia mundial en energías renovables, lo que sugiere importantes ahorros de costes a la hora de alimentar los centros de datos. El sector busca minimizar su huella de carbono y tiene en la eficiencia energética un activo que encaja con las necesidades de las compañías tecnológicas y de sus clientes y usuarios. Y tenemos que aprovechar la oportunidad que se nos presenta para liderar en Europa un sector esencial para el desarrollo de la tecnología, máxime si tenemos en cuenta que ya en la actualidad el sector de los centros de datos supone el 2,49 % del PIB de España, con 73.300 millones de euros y más de 480.000 empleos.
España es uno de los países mejor posicionados para albergar centros de datos
Las cifras solo pueden seguir creciendo, pero con ellas lo harán también los retos. Entre ellos están no solo desplegar la capacidad económica para financiar estas instalaciones, sino formar y atraer el talento especializado necesario para trabajar en ellas y dimensionar adecuadamente determinadas infraestructuras para adecuarlas a las necesidades de los centros de datos.
En paralelo, desde otros sectores, como el Canal, tenemos que seguir ofreciendo una propuesta de valor completa que aproveche la naturaleza de los centros de datos para promover los servicios en la nube. Los mayoristas deben convertirse en habilitadores tecnológicos que integren soluciones completas bajo el prisma de la escalabilidad, autogestión y modularidad, sin descuidar la eficiencia (tanto operativa como energética) ni la atención personalizada. El objetivo es crear hubs tecnológicos sobre la base de los centros de datos, que deben convertirse en orquestadores de un nuevo ecosistema digital alrededor del cual pivote la tecnología del futuro. Para ello, es imprescindible no caer en el error de pensar que todos los clientes tienen las mismas necesidades, sino que hay que adecuar las soluciones a cada caso. La mentalidad y enfoque Iaas (Infraestructure-as-a-Service) y MSP (Managed Service Providers) debe convertirse en la fórmula que impulse este sector, que también presenta una doble cara: la física, materializada en instalaciones coherentes con las necesidades de la sociedad, y la digital, estructurada en base a esos servicios que corran sobre la nube.
Si prestamos atención a todas estas piezas, el puzle que obtendremos será la capacidad de erigir y gobernar estas infraestructuras críticas desde España, ganando una soberanía digital imprescindible en un mundo convulso, tremendamente competitivo y altamente cambiante.