Definitivamente, sí. El entusiasmo que exhibe María Campos, vicepresidenta sales worldwide key account, MSSP y telcos de Panda Security desde hace unos meses, se suma, como pujante complemento, a la potente estrategia que la multinacional española ha montado para, de una vez por todas, escalar su negocio a la gran cuenta. La directiva, que exhibe un conocimiento exhaustivo del mercado de la seguridad, reconoce que cuando aterrizó en la multinacional española le sorprendió el peso que el mercado empresarial tenía en su negocio (que alcanza el 80 %) y, más aún, la fuerza de su cobertura internacional, con presencia directa o indirecta en más de 55 países. “Es la gran desconocida”, reconoció. Un desconocimiento que pretende resolver con la contundencia que le permite la estrategia tecnológica de la multinacional, arropada por el canal y enfilada hacia el cloud. Tras el boom de la red, a la que había que proteger por encima de todo, ahora el objetivo prioritario al que apuntan los maleantes es el puesto de trabajo. “Es el nuevo perímetro”, aseguró. A su juicio, el mayor problema es el tiempo de respuesta que necesitan las empresas para detectar el peligro. “Los hackers son más rápidos en lanzar sus ataques y las empresas, sin embargo, tardan cada vez más tiempo en detectarlos. Es, sin duda, el mayor reto: disminuir ese gap”.
A juicio de Panda, el modelo cloud es la mejor opción para resolver esta ecuación. “Integrando tecnologías de machine learning e inteligencia artificial en la nube somos capaces de prevenir y detectar amenazas, automatizando este tipo de procesos, sin que afecten a los usuarios, que siguen disfrutando de una experiencia óptima”, explica. Nace así un modelo basado en EDR (Endpoint Detection and Response) que ofrece mucho más valor que las apuestas más tradicionales (y de menor valor) basadas en el análisis y monitorización de la red o del propio puesto de trabajo. “Panda va mucho más allá ya que ofrece una tecnología capaz de detectar y dar respuesta a las amenazas desde la nube, manteniendo la visibilidad sobre lo que sucede en el parque de PC”, insistió. La proyección del mercado le da la razón: mientras que las tecnologías seguras en torno al EDP (Endpoint Detection and Protection) crecen a un dígito, los modelos EDR se mueven por encima del 45 %.
El poder del canal
La estrategia, clara, va a hacer reposar su artillería de mercado en el canal que van a integrar empresas que exhiban perfiles de telcos, MSSP (proveedores de servicios de seguridad gestionada tradicionalmente basados en la gestión de la red) y MDR (compañías que unen a su capacidad de gestionar el entorno tradicional del endpoint, habilidades de detección y respuesta ante las amenazas). Karina Rojas, responsable del canal enterprise, insistió en que la claves está en unir “producto y servicio”. La estructura de canal se repartirá en tres categorías (business, comercial y enterprise) y no superará los 20 miembros. “Vamos a invertir en su desarrollo y en el equipo, que en España suma 8 personas”, explicó Campos. “Necesitamos un canal distinto, con presencia internacional, que cuente con SOC (Centro de operaciones de seguridad) y con un perfil muy especializado”.
Capacidad “global”
Campos es consciente de la competencia, enorme, y el foco que muchos fabricantes, centrados en la protección de la red, están poniendo en el puesto de trabajo; pero también tiene clara cuál es la diferenciación de Panda. “No venimos a eliminar nada de lo que existe en la estrategia de protección de las grandes cuentas. Somos agnósticos de cualquier tecnología y lo que hacemos es completar la última milla en términos de detección y de respuesta”, insiste. Sin embargo, prevé una consolidación en el número de proveedores que formen el escudo protector en las grandes cuentas, con una mayor ventaja para aquellas que, como es el caso de Panda, “aúnan una oferta que cuenta con soluciones de puesto de trabajo y EDR”.
El camino a recorrer en la gran cuenta es tan largo como ambicioso: el peso en el negocio se mueve en torno al 10 % y si el negocio funciona tal y como espera Campos en dos o tres años podría moverse en torno al 30 o 40 %.