En un entorno empresarial en constante transformación, la formación continua ya no es una opción, sino una necesidad. No hay que olvidar que el avance imparable de tecnologías como la inteligencia artificial, la automatización o la analítica avanzada está redefiniendo las reglas del juego, y el canal debe evolucionar para mantenerse competitivo y no quedarse al margen.
El canal necesita prepararse para liderar la transformación digital que exigen la IA, el cloud y la automatización
Y es que el ritmo de cambio tecnológico no da tregua. Según datos de IDC, el 62 % de las empresas europeas reconoce que la falta de competencias digitales es uno de los mayores frenos a la innovación. A esto se suma que el 73 % de los responsables de TI cree que la IA transformará sus modelos de negocio antes de tres años. En este contexto, la preparación y la especialización del canal se convierten en factores decisivos para seguir aportando valor.
La formación, más que una herramienta
Hoy, formarse no solo es aprender a usar nuevas herramientas, sino entender cómo esas herramientas pueden impactar en el negocio de los usuarios. El canal ya no puede limitarse a entregar tecnología, sino que tiene que saber cómo integrarla, securizarla, optimizarla y convertirla en resultados tangibles.
Los datos lo confirman: los partners con equipos cualificados logran hasta un 30 % más de ingresos medios por cliente, según Canalys. Pero no solo eso, también mejoran su capacidad de fidelización, su margen de maniobra y su reputación en el mercado. Es decir, convierten el conocimiento en ventaja competitiva.
Y esa ventaja no se logra con una formación puntual, sino con una cultura de aprendizaje continuo.
Especialización y valor añadido
En un mercado cada vez más complejo, la especialización marca la diferencia. Contar con profesionales formados en áreas como ciberseguridad, cloud, analítica de datos o inteligencia artificial permite ofrecer soluciones más completas y convertirse en verdaderos socios tecnológicos, no simples proveedores.
Pero también hay otra ventaja, cuanto más capacitado está un equipo, mayor es su confianza a la hora de asesorar, proponer e innovar. Esa seguridad se traslada al cliente, que percibe un valor mucho más alto en la relación.
Además, los clientes ya no buscan solo productos o servicios, sino acompañamiento. Esperan que su proveedor los oriente, los forme y les ayude a entender cómo aplicar la tecnología a sus retos reales. Y para responder a esa expectativa, el canal debe estar un paso por delante.
No hay que perder de vista que estamos viviendo un momento de aceleración tecnológica sin precedentes. La digitalización se ha convertido en una prioridad, tanto para grandes corporaciones como para pymes, y las organizaciones están renovando sus infraestructuras o dando sus primeros pasos hacia modelos más modernos y escalables.
Esa renovación está generando demanda. Y esa demanda necesita profesionales preparados, capaces de entender entornos híbridos, de plantear soluciones complejas y de hablar el mismo idioma que los responsables de negocio.
Quedarse fuera de esa ola es perder oportunidades. Y aprovecharla requiere una apuesta clara por la formación. Según un estudio de McKinsey, las organizaciones que integran la formación continua en su estrategia crecen hasta un 50 % más rápido que aquellas que no lo hacen. Una razón más para invertir en conocimiento, no como gasto, sino como la clave para evolucionar, diferenciarse y seguir siendo relevantes en un mercado que no deja de transformarse.