Este año nuestra carta a los Magos de Oriente va a ser escueta. Si ellos, que eran tres, acercaron tres presentes; nosotros, humildes, sólo declararemos tres deseos.
Al que optó por el oro le pediremos que ante tanto brillo deslumbrante y tanta vanidad descorchada, nos recuerde cada día que lo auténtico siempre se envuelve en papel sencillo.
Al que acercó el incienso le rogaremos que lo esparza, con contundencia, albergado en un enorme botafumeiro que limpie el aíre de malos rollos, de vagancias, de faltas de compromiso y de espíritus vacíos.
Y al que regaló mirra le solicitaremos que no olvidemos, cada mañana, dar gracias por todo lo que tenemos, aunque no tengamos muy claro dónde lo guardamos.