Durante los estertores del año que acaba y ante el alumbramiento del nuevo, muchos quisiéramos ser, al menos, Casandra. Me explico. La Casandra a la que me refiero no es ninguna IA. Casandra, en la mitología griega, era una sacerdotisa de buen ver en la que se fijó, con ánimo concupiscente, el redundantemente apolíneo Apolo. A cambio de pasar a mayores el dios olímpico concedió a la moza el don de la adivinación. Como finalmente Casandra se hizo la estrecha, y no pudiendo revocar lo concedido, Apolo la castigó haciendo que nadie creyese sus predicciones. Y eso, joroba.
No quiero jugar a ser Casandra describiendo anticipadamente las tendencias tecnológicas y de negocio para el año que viene, y correr el riesgo de que nadie me crea. O, lo que puede ser peor, que no se cumplan mis vaticinios.
Eso sí, apuesto sobre seguro, si digo que 2025 seguirá siendo un año de esos que los chamanes de la gestión denominan FANI (Frágil, Ansioso, No Lineal e Incomprensible). Y digo que apuesto sobre seguro porque Heráclito, el filósofo presocrático nacido en el 535 a.C., ya aseveraba que la única cosa que no cambia es el cambio. La vida es así, no la he inventado yo, como cantaría Sandro Giacobbe hace nada menos que cuatro décadas.
Los clásicos seguimos hablando más de VICA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo), que de FANI. Y creo que seré de alguna utilidad compartiendo mis reflexiones acerca de cómo enfrentarnos el próximo año a estos desafiantes entornos.
La mejor respuesta a un entorno VICA es una respuesta VICA. Y no me estoy refieriendo a responder al caos con más caos. El VICA que debe guiarnos en el actual contexto se compone de Visión (Visión -V), Inteligencia (Inteligencia -I), Coraje (Coraje -C) y Adaptabilidad (Adaptabilidad -A).
Es necesario mantener la disciplina y no perder en ningún momento de vista lo que queremos ser, nuestro objetivo a largo plazo, aquello por lo que queremos ser reconocidos, nuestra Visión. Comunicándola y persiguiéndola sin desfallecer. Contra viento y marea. (Vision -V).
Leer nuestro entorno, observar, aprender continuamente de lo que sucede, recibiendo continuamente retroalimentación y dándola también sin descanso. (Inteligencia -I).
Teniendo el valor de no quedarnos quietos. Huir de la parálisis por análisis. Lanzando el producto mínimo viable para mejorarlo a partir de los comentarios recibidos, con la valentía de desechar rápidamente aquello que no sirva. Iremos alternando pedíodos de éxito, de crecimiento, con fracasos que no son otra cosa que oportunidades de aprendizaje. Unas veces se gana y otras se aprende. (Coraje -C).
Adaptándonos, improvisando según cambien las circunstancias, pero sin desviarnos de nuestra visión, del lugar adonde queremos llegar. Adaptarse, improvisar, vencer. (Adaptabilidad -A). Cuatro pilares para navegar sin perder el rumbo. La respuesta VICA.
Y no quiero finalizar estas recomendaciones sin un consejo final. Un aprendizaje que enunciaré en inglés, pese a que sé que la deformación anglicista del español no es bienvenida en este medio. Pero, en esta ocasión, lo hago en homenaje a nuestro gran maestro Juan Soto, que en este 2024 nos ha dejado. Hagan todo lo anterior “Leading by walking around”, mezclándose continuamente con la gente, como él nos enseñó.
El mito de Casandra nos muestra que es más importante la credibilidad que la misma clarividencia. Se puede ver más allá de donde ven otros, pero esto sólo tendrá auténtica utilidad si los demás dan credibilidad a nuestras palabras. Esa credibilidad que Juan irradiaba y que tanto echaremos de menos.
Va por ti, Juan.