No solo nacemos una vez. El ser humano, no lo olviden, es la única especie capaz de renacer en múltiples ocasiones. Contamos con una capacidad, hermosa y poderosa, para borrar etapas, negar existencias y atenuar dolores. Y, recuperado el aliento perdido, muchas veces terriblemente herido, llenar los pulmones con bocanadas de aire fresco.
Hablar de renacer en una época como esta, llama a la hilaridad. Y al desplante. Incluso al cabreo. Restañar ánimos y paliar pérdidas se observa con el cansancio de muchos meses driblando mierdas de todos los tamaños. Sin embargo, si el año pasado apelábamos a la luz para dispersar tanta tiniebla, en este convocamos al renacimiento. A ese espíritu, incombustible, que da cuerda a cada uno de nosotros. Aunque se averíen las piezas y chirríe el mecanismo; el ser humano es más persistente que el maldito bicho y, una y otra vez, peleamos por volver a empezar. En definitiva, peleamos, en cualquier fecha del año, por celebrar una nueva Nativitas.
Felices Pascuas. Feliz Nativitas.