En esta misma tribuna, el pasado año, auguraba un 2025 VICA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo). El tiempo pareció darme la razón, y confío en que resultasen de utilidad las claves que apunté para enfrentarse a ese contexto.
Ahora, mis colegas del IESE, una de mis “alma mater”, han caracterizado lo que viene como PLUTO: Polarizado, Líquido (con escenarios cambiantes), Unilateral (cada uno defendiendo lo suyo), Tenso (pues anda, qué tú), y Omnirrelacional (busca aliados y socios porque tú solo no podrás).
Se señala a la tecnología como el primer agente culpable de la polarización. Y es cierto que ha alimentado las disputas, aprovechando los datos que vertimos en el estercolero de las redes sociales para reafirmarnos en nuestras posiciones, dándonos argumentos que radicalizan nuestras posturas. Sin embargo, la polarización es una fuerza de la naturaleza tremendamente positiva debidamente encauzada. Y la tecnología ha sido siempre el elemento de aprovechamiento de las realidades naturales.
Me explico. La ciencia lee y explica la realidad natural. Y fue la ciencia la que descubrió la fuerza magnética que cohesiona nuestro mundo. Con sus polos, positivo y negativo. Cuando enfrentamos polos del mismo signo, éstos se repelen. Podemos comprobar que las organizaciones que aglutinan personas de perfiles y formas de pensar análogas, aportan poco más que monotonía, inmovilismo y muy lentos avances. Sin embargo, los polos de signo contrario se atraen. Contribuyen a una fuerte unión, dan solidez. Las organizaciones que valoran el desacuerdo y respetan el pluralismo toman mejores decisiones.
«La polarización es una fuerza de la naturaleza tremendamente positiva debidamente encauzada»
¿Debemos, entonces, promover la polarización? Entendida como fomento de la diversidad, rotundamente sí. Pero, atendiendo siempre a aquello que hizo tremendamente poderosa a nuestra querida y diversa España. Unidad en la diversidad. Un propósito único al servicio de los demás buscando su bienestar. Y ahí es donde la tecnología puede y debe jugar un papel fundamental.
En los últimos siglos nos ha faltado ilusión y ambición. La cuarta revolución tecnológica permite hacer realidad propósitos de transformación masiva. Podemos y debemos listar los grandes problemas de la Humanidad y poner foco en darles una respuesta tecnológica. En los ámbitos de la salud, de la transformación de recursos escasos en abundantes, de la sostenibilidad bien entendida, del ocio orientado al crecimiento personal o de la atención a los desfavorecidos.
Alexander C. Karp, co-fundador de Palantir, ofrece algunas claves en su libro “La república tecnológica”. Abordar un 2026 PLUTO (Polarizado, Líquido, Unilateral, Tenso y Omnirrelacional), requiere la definición de un ambicioso propósito. Resolver los grandes problemas de la humanidad mediante el uso estratégico e intensivo de la tecnología puede serlo.
Hemos de agregar compañías que sean polos de diferente signo y aglutinarlas en un ecosistema común, poniendo en valor las capacidades únicas de cada uno. Un ecosistema en el que se favorezca la omnirrelación entre las partes, donde haya un tercero de confianza que valide las singularidades aportadas. Un ecosistema alimentado por ingentes datos sobre el usuario de la tecnología que permita identificar las necesidades y ofrecer la mejor combinación de capacidades para construir una solución. Un entorno en el que se descubran las capacidades que faltan y podamos construirlas juntos.
Un ecosistema orientado a un propósito de transformación masiva, impulsado por una plataforma, que permita hacer realidad la promesa de la tecnología. Precisamente eso es Ingram Micro Xvantage. Uniendo polos. Impulsando la buena polarización.





































































