Honrar el descanso. Este año, más que nunca. Un descanso que apenas exige equipaje. Vayan ligeros, allá donde se ubique el sitio de sus recreos. Carguen con el único peso de ustedes mismos. Y de su gente. Apenas, eso sí, un paquete de mascarillas. Teñido de precaución y de responsabilidad; que nuestro recreo no sea dolor para otros ni sume, ni una décima más, en la curva de la pandemia. Un descanso que nos llene de energía, que expulse nuestros miedos, y que no nos haga olvidar el camino recorrido, el coste, doloroso e irrecuperable, invertido; y el esfuerzo de tantos y tantos por devolvernos la normalidad. La de antes. La buena. Descansen sin bajar la guardia. Y vuelvan, sanos, en septiembre.
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