España cuenta con un 45 % de software ilegal. Un ratio, correspondiente a 2013, que nos coloca a la misma altura de miras intelectuales que Islandia (48 %) o Chipre (47 %) y que nos aleja de posiciones escrupulosas como las que presentan Austria (22 %) o Suecia (23 %). Tras unos años en los que parecía que la legalidad cobraba adeptos, desde el año 2009 la práctica ilegal ha ido creciendo, lenta eso sí, pero gradual. Fernardo Valderrama, recientemente elegido portavoz de BSA, reconoce que no se puede hacer una lectura positiva. “La sociedad española todavía no ha llegado a la percepción de que la copia ilegal de software es destructiva”, analiza. “En otros países se da por supuesto que copiar software ilegalmente no es adecuado; y sin embargo, aquí se observa que no tiene un efecto negativo”.
Una tasa que tiene un reflejo económico: 750 millones de euros. “Lo que se deja de vender es empleo”, razona. “El software, en su totalidad, es mano de obra cualificada; por tanto si no se vende todo lo que se debería, son empleos que no se crean”. ¿Claro, no? También influye, y de qué manera, en el tamaño del sector tecnológico en España ya que hay una regla clara que se cumple de manera matemática: a medida que crece la tasa de copias ilegales, el sector desciende. “Lógicamente, se pierde empleo y se pierde PIB”, insiste. Un dato más de esa pérdida de liderazgo tecnológico: entre las 100 primeras empresas europeas de software, sólo hay 2 españolas. “En un entorno tan alto de copias ilegales es completamente imposible que haya un sector fuerte en este apartado”.
Comparación con Europa
Este sangrante 45 % sitúa a España con una diferencia de 16 puntos en relación con la media de Europa Occidental y 14 con la Unión Europea. Se calcula que cada punto supone 1.100 millones de euros de impacto en el PIB. por tanto, 16 puntos de diferencia suponen 17.000 millones. Ante el cálculo, Valderrama concluye que la más interesada en la rebaja del ratio es la sociedad; o lo que es lo mismo, la Administración o el Estado. “Con este nivel de copias, no hay sociedad del conocimiento”. De ahí que BSA ya haya estudiado acuerdos para poner en marcha campañas con la Administración Pública para concienciar a la sociedad. “La principal medida es cambiar la percepción”, apunta. “Se trata de realizar un rearme moral”, enfatiza. “Si todo el mundo es consciente de la necesidad de ponerse el cinturón de seguridad, también hay que promover la idea de la obligatoriedad del uso de software legal”.
El entorno empresarial
Llama poderosamente la atención que usuarios y directores de TI de las empresas están preocupados pero no toman medidas. “Hay una preocupación por los efectos negativos, tanto a nivel técnico como legal, que provocan, entre otras cosas, un mal funcionamiento de los sistemas; pero esta preocupación no se traslada a un porcentaje de copias ilegales más bajos”.
BSA también insiste en el uso de herramientas de verificación de activos informáticos para que cualquier empresa pueda conocer si el software que utiliza es o no es legal. “El empresario que no conoce el estado de su infraestructura tecnológica es porque no tiene interés o no se siente preocupado; ya que hay herramientas para comprobarlo”.
La última medida para erradicar la práctica ilegal es la acción legal. Sin embargo, el pasado año las acciones legales que BSA llevó a cabo aumentaron un 30 % en relación a 2012. Y los registros de empresas, tras una denuncia, se incrementaron un 32 %. Valderrama apunta una posible explicación. “Ante el aumento de la inestabilidad laboral y los despidos, los empleados han utilizado la denuncia a la empresa como un arma”, apunta. “Y a existir software ilegal, han aumentado las acciones legales posteriores”.
El portavoz de BSA insiste, sin embargo, que esta es la última vía de solución para la piratería. “Es la última línea de defensa; lo básico es que el usuario fuera consciente de que la pirateo es una práctica que destruye su propio empleo”.
Y el canal
Aunque no hay datos recientes de la actividad del canal, Valderrama asegura que la actitud del distribuidor ha cambiado mucho en los últimos años. “Antes no era consciente del daño que se hacía a sí mismo instalando una copia ilegal, ahora sí que lo es”.