Marta Martínez, presidenta de IBM España, Portugal, Grecia e Israel, muestra su confianza en que 2015 sea un buen año. La tecnología, asegura basándose en un estudio realizado por IBM, es un factor con mayor impacto en la evolución de las organizaciones que vectores como la macroeconomía o la globalización. A lo largo de este año, aventura que se verá “un impulso de las tecnologías asociadas a los nuevos sistemas de interrelación, los sistemas analíticos, la nube y la seguridad”.
En 2015, ¿la recuperación será un hecho en el sector TIC en España?¿Por qué?
Las perspectivas económicas de crecimiento invitan al optimismo. En el pasado la crisis obligó a las organizaciones a adoptar modelos de negocio más competitivos, abrirse a nuevos mercados y sectores, algunos de ellos de nueva creación. Todo ese esfuerzo de transformación e innovación empresarial ha contribuido notablemente al dinamismo de la economía. La tecnología ha sido un factor facilitador de esta transformación y las empresas son conscientes de ello. Por eso, según una encuesta de IBM realizada a 4.000 ejecutivos de todo el mundo, los factores tecnológicos están siendo considerados como las fuerzas externas con mayor impacto en la evolución de las organizaciones, por encima de factores como la macroeconomía o la globalización. Es previsible que en 2015 las compañías refuercen su apuesta por aquellas tecnologías con mayor valor añadido y que ofrezcan un rápido retorno de la inversión.
Y en el caso concreto de IBM, ¿dónde cree que van a estar las máximas oportunidades de negocio?
Veremos un impulso de las tecnologías asociadas a los nuevos sistemas de interrelación, los sistemas analíticos, la nube y la seguridad. Los nuevos sistemas de interrelación están surgiendo como consecuencia de la progresiva popularización de los dispositivos móviles inteligentes, las apps y las redes sociales. Estos sistemas están cambiando nuestros hábitos de consumo, de compra, de comunicarnos, de acceder a la información… y dejan tras de sí una huella de millones de datos. Toda esta información, una vez analizada, puede generar una nueva materia prima para las organizaciones, con capacidad para crear un crecimiento económico comparable al del petróleo en el Siglo XX o la electricidad en el Siglo XIX. Una materia prima que ha de ser «refinada» para extraer de ella todo su valor con los nuevos sistemas de analítica, incluyendo la computación cognitiva. Este tipo de TI, tremendamente innovador, funciona de forma parecida a como lo hace el cerebro. No se programa como los ordenadores tradicionales sino que entiende el lenguaje natural de las personas, aprende de cada interacción; es cada vez más inteligente hasta el punto de poder contestar a preguntas complejas casi en tiempo real.
Para que estos sistemas de interrelación funcionen adecuadamente y para que las empresas puedan sacar el mayor partido de sus sistemas analíticos, las organizaciones deben contar con unos sistemas transaccionales adaptados a tales objetivos. En muchas ocasiones las empresas deben transformar radicalmente sus actuales sistemas para adaptarlos a las nuevas necesidades y retos, pudiendo optar por modelos transaccionales en la nube y todo ello sin olvidar un factor clave: la seguridad de los datos y de las transacciones.
Muchas empresas están aprovechando esta nueva materia prima para ganar competitividad, pero todavía queda un importante espacio de mejora en la mayoría de las organizaciones, que si pierden el tren de la innovación pueden acabar perdiendo también el de la competitividad.