Más de 4 millones de personas, 2,5 en el segmento público, desarrollaron su trabajo de manera remota durante el periodo de confinamiento que vivió España. Una cifra, enorme, más si se compara con el millón y medio de personas que practicaban el teletrabajo a finales de 2019. Son cifras de la compañía Adecco que ponen de manifiesto la expansión de esta práctica. La gran pregunta, ahora, es saber si esta experiencia va a cambiar, de una vez por todas, la concepción que las empresas tienen del puesto de trabajo. Enrique Martín, B2B business developer de Samsung, asegura que nada va a volver a ser como antes. “El teletrabajo ha venido para quedarse”, corrobora. “Las empresas han probado sus ventajas y han comprobado que se mantiene la productividad y la eficiencia”, asegura. “Lo que ahora ha sido una decisión táctica, empezará a ser una opción estratégica”.
Martín define, con exactitud, lo que ha pasado en las últimas semanas. “Se ha implantado, a nivel mundial, el mayor piloto de teletrabajo”. Un piloto en el que, como bien explica, primó la urgencia. “O se teletrabajaba de manera remota o no se pudo trabajar”. Ante ello, las empresas desarrollaron sus proyectos, primando lo táctico. “Ahora, sin embargo, en los próximos meses las empresas van a reflexionar de manera estratégica cómo quieren desplegar el teletrabajo, creando las políticas adecuadas y preparando sus equipos”.
Nueva etapa del teletrabajo
El directivo de Samsung está convencido de que los proyectos de transformación del puesto de trabajo continuarán. “Una vez que se ha probado que se puede ser eficiente, que se puede trabajar y que hay grandes ventajas en este modelo de teletrabajo, va a existir una mayor flexibilidad, con mayores ventajas para los empleados”, augura. Cada empresa y cada sector buscará un punto de equilibrio entre este trabajo en remoto y los modelos tradicionales. “Muchos directivos que decían no al teletrabajo se han dado cuenta de que la compañía sigue siendo completamente operativa y se mantiene la rentabilidad”, relata. No existía ninguna barrera tecnológica, solo cultural. “Algunos tenían una falta de confianza en que los empleados pudieran mantener la productividad y lo que ha pasado ha demostrado que no es así”. También faltaba organización y metodología de trabajo. “Muchas empresas no contaban con una metodología para medir los objetivos y la productividad de todos y cada uno de los empleados”. Ahora, sin embargo, se abre una nueva etapa.