En el entorno digital actual, el cumplimiento normativo en ciberseguridad ha dejado de ser una tarea formal para convertirse en un imperativo empresarial. Regulaciones como el RGPD, el ENS, la NIS2 o la Ley de Resiliencia Cibernética exigen a las organizaciones no solo proteger sus datos, sino también demostrarlo de forma continua. Sin embargo, muchos responsables de negocio siguen viendo la ciberseguridad como un centro de costes, con una complejidad técnica alejada de los objetivos corporativos.
Desde mi experiencia en el sector, he observado una evolución clara: lo que antes era una conversación sobre productos, hoy se centra en cómo la seguridad puede sostener el crecimiento del negocio. Las empresas ya no buscan simplemente tecnología, sino soluciones que les permitan cumplir con la normativa sin frenar su operativa.
Lo que antes era principalmente un ejercicio de confianza basado en estándares ISO (27001, 27701, 22301, 20000 o incluso la 9001), ahora evoluciona hacia un servicio gestionado que centraliza todas las necesidades de ciberseguridad de la organización. Se trata de ir más allá de mantener certificaciones existentes, incorporar cualquier cambio interno o externo, clientes, proveedores, accionistas, inversores, reguladores, de forma ágil y con planes de acción inmediatos que reduzcan tiempos de reacción.
En este contexto cobra relevancia la figura de la Oficina Técnica de Seguridad (OTS). Esta estructura, formada por perfiles multidisciplinares, auditores, arquitectos de seguridad y expertos en cumplimiento, funciona como un centro operativo y consultivo que apoya la ejecución de las tareas de seguridad y compliance de manera continua. Puede ser interna, externa o híbrida, y se adapta al nivel de madurez de cada organización.
Un punto clave: la OTS no reemplaza al CISO, lo complementa. Al descargarlo de labores operativas y de cumplimiento que consumen gran parte de su tiempo, le permite enfocarse en lo estratégico: gestión de riesgos, definición de políticas y alineación con los objetivos del negocio. Además, la OTS aporta una visión agnóstica que ayuda a las organizaciones a tomar decisiones más acertadas sobre sus inversiones en seguridad.
«La OTS funciona como un centro operativo y consultivo que apoya la ejecución de las tareas de seguridad y compliance de manera continua»
La necesidad de este modelo es evidente. Según Gartner, el 75 % de las empresas reconoce dificultades para gestionar la complejidad de sus soluciones y busca consolidar proveedores para reducir fricción operativa. La Oficina Técnica de Seguridad responde a este reto ofreciendo asesoramiento experto, procesos normalizados y supervisión continua. Más allá de mitigar riesgos, libera recursos internos que pueden enfocarse en innovación, transformación digital y crecimiento estratégico. En organizaciones sin un CISO formal, la OTS puede incluso asumir un rol clave, coordinando con TI y cumplimiento para garantizar que las decisiones operativas se ajusten a regulaciones y mejores prácticas.
La demanda de servicios tipo OTS está creciendo de forma sostenida. Cybersecurity Ventures estima que el gasto global en ciberseguridad alcanzará los 450.000 millones de dólares en 2025, impulsado por la necesidad de estructuras que gestionen la complejidad sin aumentar la carga interna.
En un panorama cada vez más regulado y exigente, el cumplimiento normativo ya no es opcional ni puntual. Es un proceso continuo que requiere una estructura ágil, profesional y alineada con la estrategia empresarial. La Oficina Técnica de Seguridad permite a las organizaciones transformar esa obligación en una ventaja competitiva sostenible. ¿Están las empresas preparadas para dejar de simplemente “cumplir” y empezar a realmente “asegurar” su futuro digital?