Aunque ahora viva un momento de gran esplendor, la inteligencia artificial nace en la década de los 50, en el siglo XX, con la creación de la neurona artificial, a imitación de la biológica, tal y como recuerda Luis Menéndez, director técnico de Infinidat en Iberia. Con el paso del tiempo se ha visto que “el incremento de la potencia computacional ha logrado implementar, con un tiempo de respuesta razonablemente bueno, problemas mucho más complejos”. Una posibilidad que ha abierto grandes ventajas en campos como la meteorología, el diseño industrial, la videovigilancia o la creación de contenido.
En el caso concreto de Infinidat, Menéndez explica que el fabricante ha sido pionero, creando “un sistema de almacenamiento con una gestión de la caché basada en redes neuronales, capaz de aprender del uso de los datos que hacen los servidores y los clientes, “con un tiempo de respuesta sin igual”.
Otros usos, en áreas críticas, permiten la detección, en tiempo real, de fallos antes de que se produzcan, facilitando las operaciones continuas; y la detección del crimen cibernético. “Los ciberdelincuentes intentarán llegar a los datos para cifrarlos y exigir el rescate. Infinidat es capaz de detectarlo mucho antes de que ocurra, en base al estudio de patrones”.