Llega el reposo. Se abre, por fin, el tiempo del descanso. El periodo en el que en el horizonte no hay más batallas que las propias. Ninguna más. La voracidad laboral, esa sed que nos hace cerrar y abrir permanentemente mundos nuevos para conquistar cada trimestre, se aplaca. Solo quedamos nosotros y el deseo de reconquistarnos. Arranca el tiempo para dedicar a uno mismo y, sobre todo, para centrar nuestras conquistas en recuperar lo que amamos. Y a los que amamos. Aunque ya no estén.
Dejemos a un lado la espada de la responsabilidad y de la exigente razón, esa que guía la consecución del presupuesto y la cobertura, completa, de los tiranos gastos. Y empuñemos la pluma que escribe nuestros sueños. Y nuestros amores. Recuerden que nuestro tiempo es reducido y que hay conquistas, voraces, que consumen más del debido. Muchas veces las batallas que denostamos son las más hermosas. Y a las que deberíamos destinar nuestro tiempo. Aprovechen ahora.
Feliz verano. Felices reconquistas