Reza la RAE que un puente es la construcción que se tiende para superar un obstáculo. Un elemento que, entre otras prestaciones, nos permite salvar ríos, cruzar desfiladeros y saltar montañas. Unos pontones que también se tienden en nuestras vidas. ¿Quién no ha necesitado alguna vez una sólida pasarela que permita caminar sobre esos vacíos que te diseña la vida? Ibas recorriendo, tan tranquilo y autocomplaciente, tu senderito vital y, sin comerlo ni beberlo, aparece el abismo de Mordor. Miras, remiras, y cuando ya pensabas que qué mierda de Sauron te había colocado la vida, aparece el pontón. Increíble, hermoso, para ayudarte a cruzar ese desfiladero.
Metidos en batallas laborales y personales todo el año, el estío, con el reposo que se trenza en él, es el tiempo perfecto para pensar en esos viaductos que nos tiende la vida y que, en ocasiones, con tanto follaje nocivo, no alcanzamos a vislumbrar. Piensen en ellos, disfrútenlos y recuerden que en estas construcciones todos somos arquitectos.
¡Feliz verano!