Pequeñas, ligeras y resistentes, estas cámaras tienen los ingredientes necesarios para hacer los vídeos más espectaculares.
Parece que ha habido un BOOM en el panorama de las videocámaras, sobre todo de las más ligeras que pueden adaptarse a la cabeza, a un casco, o al manillar de una moto. Son cámaras que, o bien por sus características, o bien por sus accesorios, se pueden mojar, caer, manchar y someter a temperaturas extremas.
Quizá no sean las que cuenten con mayor autonomía, ni tampoco con la mejor resolución, aunque en esto último cada vez se están poniendo más las pilas, pero lo que si les sucede es que cada vez están más de moda.
Son caras por lo general, pero a los que se dedican a los deportes extremos, todo parece ser poco para grabar sus hazañas, y es que cada vez son más los vídeos que se suben a la red y que están grabados con este tipo de cámaras.
Pero si el colectivo de deportes extremos no es demasiado amplio como para apostar por las ventas de este tipo de productos, a estos amantes de la adrenalina se les unen un colectivo que, aunque más desconocido por todos, está dispuesto a desembolsar lo que sea necesario para asegurar que en el aire todo funciona correctamente. Nos referimos a los pilotos de RC o radio control, sobre todo a los que utilizan multi-rotores o aviones teledirigidos, y que quieren disfrutar de sus vuelos en primera persona a través de videocámaras como estas.
Así que, por algún motivo, entre los unos y los otros, este tipo de videocámaras están triunfando.
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